Cocinar es un acto más de verdadero amor

No “hacer” algo de comer… o “dar” de comer… o simplemente lo que define la RAE como tal: preparar o guisar los alimentos para poderlos comer; hablo de COCINAR, hablo de lo que nos viene a la memoria cuando menciono este término: algún plato “especial” preparado por mamá o por la abuela… A mi mamá le encantaba cocinar, y le salía muy rico… y me viene a la cabeza y a la nariz un lomo al horno con ananá con caramelo; mi abuela me esperaba cada domingo con milanesas con ajo y perejil, solo para mí…los demás comían otras cosas ricas… siempre había una cacerola con tuco en la hornalla que invitaba a mojar el pancito cuando llegábamos y el aroma nos invitaba a pasar…mi papá también cocinaba. Sus arrollados de pio nono eran los más esperados de la mesa navideña.
De todo eso recuerdo el antes y el después. Las listas de compras, el pensado de elementos, ir al super, ver cómo se reemplazaba lo que no había de la lista… también estaba el durante. Cuando era chica el despliegue de la compra sobre la mesada de mi cocina ya anunciaba ¡unos ratos increíbles! Y así eran.
Ser testigo en primera fila me llevó a saber cocinar. A aprender que vale más “el ojo” que las cantidades exactas, la percepción que el timer.
Cocinar lleva tiempo y mucho amor. No se puede cocinar a las apuradas. Muchas veces se debe prepara de un día para el otro para que el sabor del conjunto logre expresarse y hacer el sabor del plato.
No se puede cocinar cualquier cosa… Pero todos los alimentos pueden ser cocinados, todos pueden participar cuando están frente a los ojos de una cocinera amorosa. Y así es. Por eso cada receta es única e irrepetible: todo se transforma en un condicional. Depende de todo y de cada elemento en el momento que esté sucediendo el acto culinario. Jamás dos paltos salen iguales, aunque tengan los mismos elementos. Jamás.
En mi casa esta clase de amor se tuvo que transformar a la fuerza en creatividad al servicio de vegetales e ingredientes lights. Pero igualmente esto exige más pensamiento y más corazón.
Que a uno le cocinen también tienen que ser tomado así. Cuando uno ve al que cocino concentrado en la tarea, sabe que está pensando en los comensales. El éxito del cocinero es la expresión de gozo del comensal. Realmente valoramos al cocinero amoroso cuando notamos su falta. Como cuando falta el amor, igual.

1 comentario:

More Gemma dijo...

Gracias por cocinarnos. Más gracias después de haber leído ésto.