Don Carnal, Doña Cuaresma y Don Amor, miércoles de cenizas

Alguna relación debe tener Don Carnal con el Carnaval, andando tan cerca de Doña Cuaresma. Así se relata en el Libro de Buen Amor del Arcipreste de Hita, una de las joyas de la literatura española, que le ocurre lo que a tantas grandes obras: a todo el mundo le “suena”, pero muy pocos la han leído.

Dentro de la obra, uno de los pasajes que más se conoce, porque es de referencia obligada, es el de la disputa entre Don Carnal y Doña Cuaresma. En 992 versos, el autor, desarrolla la trama que tiene como protagonistas a Don Carnal, a Doña Cuaresma y a Don Amor.

Doña Cuaresma: es la personificación de la penitencia, del ayuno y de la abstinencia; prácticas cuaresmales.
Don Carnal es su antítesis, la personificación por tanto de la gula y de los pecados de la carne.
Don Amor es el gran protagonista de la obra.

El sentido de la cuaresma, como el del carnaval, se ha ido modificando; ahora es más frecuente la interpretación de la misma como tiempo de cambio interior, que va haciendo posible el exterior.

Con la celebración de hoy, miércoles de Ceniza, la Iglesia entera comienza a transitar el camino hacia la Pascua.

Son cuarenta y cinco días para prepararnos para recibir ese Don magnifico que es la Pascua de Jesús.

La misa del día de hoy tiene la particularidad especial de tener una pequeña liturgia en la que el celebrante nos dice, al tiempo de imponernos la ceniza en forma de cruz en la frente, "Conviértete y cree en el Evangelio". La frase es por lo más significativa.

La cuaresma será pues, un tiempo de conversión..."volver", "cambiar", "enderezar el camino", "renovarse".

Pero cambiar a nivel personal, no es cosa fácil, necesitamos la ayuda de las personas que nos rodean y que nos quieren y queremos, y sobre todo del amor de Dios, que hace posible cualquier cambio. Aunque la premisa previa siempre será la disponibilidad interior de cada uno en dejarse ayudar y de querer cambiar.

La segunda parte de la exhortación de la liturgia de Cenizas es “Cree en el Evangelio”.
En esa dirección deberá estar dirigido entonces “el cambio”: a creer en la persona de Jesús, en sus enseñanzas, y en su anuncio, a seguir sus pasos, que nos llevaran a la cruz, pero que también nos resucitarán con Él.
Amén.

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