Ser generoso es darse…

Dar y darse sin esperar nada a cambio.

Esa capacidad dentro del corazón humano que nos despierta en nosotros la necesidad de ayudar a los demás, de entregar parte de nuestro tiempo a causas nobles, de desprendernos de algunas cosas que atesoramos, pero que no usamos.

En esta época en la se exaltan como valores la comodidad, el éxito personal y la riqueza material, ser verdaderamente generoso parece ser lo único que verdaderamente puede salvarnos.

Estar permanentemente pensando en nosotros, nuestros proyectos, nuestras ideas creativas, nuestro progreso personal, ciertamente y a la corta nos lleva a la infelicidad, aunque la sociedad actual nos quiera persuadir de lo contrario. Cuando la atención se vuelca hacia el “Yo”, se acaba haciendo un doble daño: a los demás mientras se les pasa por encima, y a uno mismo, porque finalmente nos quedamos solos…

Generosidad es ese impulso que nos lleva afuera de nosotros mismos, y nos conduce a pensar y actuar contemplando el interés ajeno, sin esperar reciprocidades.

A pesar de la gran desvalorización de la sociedad, hay muchos hombres y mujeres que son ejemplos silenciosos de este valor tan mal tratado.
Siempre es más fácil hacer un acto grandioso, invertir tiempo y esfuerzo- a veces muchísimo- por el cual nos admiren, nos sobrevaloren, nos estimen más y muchos hablen de nosotros, aunque sea por un tiempo, que “simplemente” darnos a los demás sin obtener ningún crédito, de manera anónima, cotidianamente.

Dar sin esperar nada a cambio, entregar parte de tu vida, volcarse a los demás, ayudar a los que lo necesitan, dar consuelo a los que sufren, eso es generosidad. Y no es un valor pasado de moda. La generosidad es la llave que abre la puerta de la amistad, es una semilla que siembra el amor, y puede ser la luz que nos saque del oscurantismo materialista dentro del cual, muchos de nosotros estamos viviendo en la más negra de las ignorancias.

Al reflexionar sobre esta virtud, encontramos que la vida del ser humano está llena de oportunidades para servir y hacerse prójimo del prójimo.

Es fácil, por todo esto reconocer al generoso… habla del valor que vive en su interior el que con disposición natural o sin ella ayuda sin hacer distinciones de ningún tipo; intenta resolver las situaciones que afectan a las personas en la medida de sus posibilidades, o buscar los medios para lograrlo; su valor asociado suele ser el de la discreción y sencillez con la que actúa, apareciendo y desapareciendo en el momento oportuno.

Ser generoso es algo que muchas veces requiere de nuestra voluntad y nuestra especial atención.

Será menester para cultivar este valor procura sonreír más, a pesar de nuestro estado de ánimo y aún en las situaciones poco favorables para nosotros o para los demás; ser accesible en nuestros gustos personales, permitir a los demás que elijan lo que ellos también deseen hacer, compartir, lugar de diversión, pasatiempos, la hora y punto de reunión, por ejemplo…; aprender a ceder la palabra, el paso, el lugar; además de ser actos de generosidad son situaciones que muestran educación y cortesía; cumplir con nuestras obligaciones a pesar del cansancio, tratando de ver el lado optimista y prefiriendo el beneficio ajeno; usar nuestras habilidades, talentos y conocimientos para ayudar a los demás, en nuestro entorno cercano o allí donde notemos la carencia; atender a las personas que se acercan a nosotros buscando consejo o apoyo, por más antipática o insignificante que te parezca, ella considera en nosotros a la persona adecuada para resolver su situación; cuando nos hayamos comprometido en alguna actividad, no demostremos apuro, cansancio, fastidio o impaciencia; si es necesario disculpémonos y ofrezcamos otro momento para continuar; no olvidemos ser sencillos, hagamos todo discretamente sin anunciarlo o esperando felicitaciones; vivir con la conciencia de entrega a los demás, nos ayuda a descubrir lo útiles que podemos ser en la vida de nuestros familiares, amigos, compañeros de trabajo, o simplemente con quienes se acercan a nosotros, alcanzado la verdadera alegría. Practicando la generosidad en silencio y discretamente es la única manera que nos proporcione paz interior.

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