Es decir, ella nos enseña que Dios está en todas partes, en toda situación y toda persona y en los sencillos detalles de la vida.
Su "caminito" nos enseña que hay que hacer las cosas habituales de la vida con extraordinario amor: una sonrisa, una llamada de teléfono, animar a una persona, sufrir en silencio, tener siempre palabras optimistas y otras tantas acciones hechas con amor.
Estos son los ejemplos de su espiritualidad. La acción más diminuta, hecha con amor, es más importante que grandes acciones hechas para gloria personal.
Teresa nos invita a unirnos a su infancia espiritual, es decir, a su "caminito".
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