La leyenda del cacao nace en América centro meridional. La palabra misma se deriva de la palabra azteca "Kakauatl", haba de cacao, y fue bautizada posteriormente por el naturalista suizo Linneo "Alimento de los dioses".
Mayas y Aztecas además de atribuirle un valor místico/religioso, extraían de las habas de cacao una bebida llamada "Xocolatl", tonificante y amarga a la cual le añadían pimienta y pimentón rojo para volverla picante y maíz para espesarla.
La planta de cacao llegó a España con Cristóbal Colón y los españoles corrigieron el sabor muy fuerte de la bebida original sustituyendo las especies picantes con azúcar, canela o vainilla.
La atracción que ejerce el chocolate va más allá de su sabor. El chocolate es puro placer que comienza durante las pruebas e involucra el espíritu. Es el único alimento que fundiéndose en la boca, inunda el paladar de una multitud de sensaciones que nos dejan un sabor duradero y persistente dando también una sensación de placer y satisfacción general, gracias a la serotonina y a la cafeína presentes.
Mayas y Aztecas además de atribuirle un valor místico/religioso, extraían de las habas de cacao una bebida llamada "Xocolatl", tonificante y amarga a la cual le añadían pimienta y pimentón rojo para volverla picante y maíz para espesarla.
La planta de cacao llegó a España con Cristóbal Colón y los españoles corrigieron el sabor muy fuerte de la bebida original sustituyendo las especies picantes con azúcar, canela o vainilla.
La atracción que ejerce el chocolate va más allá de su sabor. El chocolate es puro placer que comienza durante las pruebas e involucra el espíritu. Es el único alimento que fundiéndose en la boca, inunda el paladar de una multitud de sensaciones que nos dejan un sabor duradero y persistente dando también una sensación de placer y satisfacción general, gracias a la serotonina y a la cafeína presentes.
Sólo saboreándolo lentamente, aspirándolo profundamente y desmenuzándolo con los dientes y las manos se pueden sentir los infinitos matices.
El aspecto estético debe ser impecable, el color siempre uniforme, sin discrepancias o estratos azucarados. Cuando se rompe con las manos se debe generar un sonido seco, claro, que acaricia el oído. Al tacto se puede disfrutar de la sensación de suavidad uniforme que continúa cuando se funde en la boca. En la punta de la lengua se siente la dulzura típica del cacao criollo mientras que al fondo se siente la nota amarga y condimentada del cacao forastero. Todo es una novedad en la infinita variedad de cacaos aromáticos que van entre el florido (sabor a flores), el frutado (sabor a frutas), el condimentado (sabor a especias) y el dulce, dejando un postgusto bien definido y envolviendo el paladar de una mórbida sensualidad.
Bastarán unos bocados, para transportarte a otro mundo. Me gusta solo a la leche, en baños de repostería, sobre helados de crema, frutillas, peras y en combinación con naranjas y jengibre. Recomiendo tener a mano, o cerca de la mesita de noche, unos marroc. Chick!
No hay comentarios:
Publicar un comentario